Érase
una vez una niña llamada María que tenía los ojos de color azul turquesa, el
pelo negro y no tenía gafas. Al escuchar las tres campanadas se ponía como un fantasma: andaba hacia atrás,
se le ponía la cara con gotas de sangre y se ponía a mataba a la gente.
Un
día, sonaron las tres campanadas y empezó a convertirse en fantasma. Su madre
estaba al lado suya mirándola y, de repente, María saltó de la cama y aterrizó
al lado de ella. Se fue a la cocina corriendo y cogió la escoba pero, aún así,
como era un fantasma podía atravesar todo. Su madre subió a la terraza y ella
María, a la que le dañaba el sol, desapareció y nunca más volvió a saberse nada
de ella. (Malak, 5ºB)
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